domingo, 21 de junio de 2009

EL FLUJO DE LAS EMOCIONES

Es sorprendente la enseñanza que se puede obtener de la vida misma cuando nos damos un momento para observar nuestro entorno desde otro ángulo, practicando lo que dijo Jesús el Cristo: “vosotros no sois de este mundo, pero debéis estar en el mundo”.

Hace unos días tenía que depositar un cheque, como era para el titular de la cuenta corriente me coloqué en esa fila. El Banco comenzó a llenarse de personas, y la fila normal, de aquellos no titulares avanzaba más rápido que la nuestra. Adelante mío había una señora muy molesta, hablaba en voz alta de la mala calidad del servicio que prestaba el banco. A través de su molestia entabló conversación con la señoras que estaban delante de ella. Estas se mostraban en acuerdo con lo que ella decía, pero en un tono más bajo de voz. Los minutos pasaban y nuestra fila avanzaba más lentamente que la de los no titulares, éstos tenían dos cajeros y la nuestra sólo uno. La señora continuaba molesta, “¿por qué no asignan dos cajeros a los que tienen cuenta en el banco y dejan para los otros un cajero? Más que mal, gracias a nosotros el banco trabaja.” Decía a las señoras de adelante y ellas se mostraban siempre en acuerdo. Un poco más allá había un hombre de aproximadamente treinta y cinco años, que escuchaba la conversación, tranquilo y dispuesto esperar, como todos.

La señora se decide a conversar con el Jefe Administrativo para lograr que sean escuchados sus reclamos, pero no consigue que coloquen otro cajero para los titulares de cuentas corrientes.

Volvió más molesta que antes y la señora que estaba adelante, aquella que siempre se manifestaba en acuerdo con ella, le cedió su lugar. Ahora usaba un tono de voz más elevado: ¿cómo pueden atender a las personas que tienen libretas de ahorro, si esas corresponden a la otra fila? Y la señora siempre le daba toda la razón. La energía de ira, comenzó a crecer, más y más. Durante los sesenta minutos que estuvimos esperando, esta persona no dejaba de manifestar su molestia, hablaba y hablaba. Resultaba más cansador escuchar sus alegatos, que esperar el turno en la fila. Y de pronto se me ocurrió mirar al señor “tranquilo” de más adelante, que ahora se movía de lado a lado en su lugar, inquieto, algo molesto, su cuello se había puesto de color rojo. Aquel cúmulo de energía nociva que emanaba la señora comenzó a viajar por la fija de personas, hasta llegar al final de la misma, entrando y saliendo de los que estaban más afines, logrando que hablaran en voz alta, manifestando su descontento, luego fluyó de nuevo hacia delante sumando en su viaje más emociones. La señora en cuestión no paraba de hablar, ahora haciendo comentarios de las personas que son calladas, que no demuestran su enojo y se lo guardan: “Se sabe que la mayoría de las personas que son silenciosas mueren prematuramente de cáncer. Sí, incluso se arrugan más, envejecen más jóvenes que el resto. Usted me ve a mi, claro estoy cansada de tanto esperar, pero no tanto como aquellas personas que lo hacen pacientemente, sin decir palabra”- dijo.

Coincidió esa frase cuando llegó la energía de vuelta y pasó por ella hasta llegar al señor que había sido el más tranquilo. Ahora no sólo su cuello estaba rojo, sino su cara en general y en un acto impulsivo, pasó a la ventanilla del cajero de la otra fila. Hablando en voz alta, se enfrentó a la persona que estaba en la ventanilla:

-Tu deberías haberte puesto en la otra fila si estabas sacando plata de una libreta de ahorro-.

–Tengo cuenta en el Banco- contestó el otro en su favor.

-Si tienes cuenta en el Banco o no, eso deberías demostrarlo. Ahora no estás depositando en la cuenta y deberías haberte puesto allá-. Replicó, señalando la otra fila.

La señora que había estado alegando sin descanso, bajó el tono de voz y miró a la otra, quien le comentó que el caballero tenía toda la razón.

Este relato termina de manera singular, cuando llegó a la ventanilla la señora que manifestaba estar en pleno acuerdo con todos los argumentos expuestos por la que alegaba que esa era la fila de los titulares. No teniendo cuenta corriente, pasó tranquilamente su libreta de ahorro al cajero, quien le dijo que para otra oportunidad tenía que ubicarse en la otra fila, a lo cual contestó: -yo siempre hago esta cola-.

¿Qué sacamos en limpio con todo esto? ¿Que existe la burocracia en nuestro país? Eso siempre lo hemos sabido, lo que se desconoce es lo que ocurre de manera invisible al ojo humano, pero que se manifiesta en forma clara y contundente.

La señora tenía razón cuando decía que podía soportar mejor que el resto si ella demostraba su enojo hablando constantemente y claro, si a través de eso lograba extraer energía de los demás y alimentarse de ella. Como se describe en términos metafísicos, una forma de vampirismo energético, que extrae la vitalidad del resto y lo nocivo lo lanza al más débil que fue el señor que explotó de ira, no pudiendo mantenerse en su estado de pasividad.

También podemos observar como los seres humanos somos capaces de crear entidades energéticas emanándolas al exterior. La ira, el enojo, la molestia es un estado de energía negativa que no sólo se alimenta de otras energías afines, sino que se acumulan en el ambiente y en el planeta.

Una reflexión final, usemos la Luz para mantenernos tranquilos. Usemos la Luz Rosa del Amor Divino, envolviendo a los funcionarios para que agilicen sus tareas y para los que esperamos el turno. La Luz Violeta y Blanca para transmutar las cargas energéticas densas del ambiente.

Muchas veces no son los cajeros, los vendedores, los funcionarios los culpables de nuestras largas e interminables filas, sino el sistema en que vivimos. Un sistema cada vez más frío, en donde muchas veces no cuenta las personas o el cansancio de las mismas. Vale recordar la frase de un conocido humorista que dijo: “Si hasta existen las colas por teléfono, donde nos dejan colgados escuchando una musiquita”. Es verdad, pero lo importante es que no generemos energías negativas al exterior. Conversar viene del latín, de conversăre; con y versăre de dar vueltas tratando de encontrar una solución. Discutir, de discutĕre, disipar. Disipar energías.

¿Cómo podemos cambiar el sistema? Sabemos que es difícil tener un cargo elevado, no basta sólo con mandar. Sin embargo, debemos recordarles a aquellos que tienen estos puestos que han sido nombrados para dar soluciones. Que dentro de un grupo de personas, han sido designados por tener las habilidades necesarias para satisfacer los requerimientos de otros, y buscar la mejor manera de brindar un servicio óptimo, agilizando los trámites y no haciéndolos cada vez más complicados y tediosos. Al resto nos queda, seguir las pautas establecidas y colocarnos en la fila de ahorro, cuando no teniendo cuenta corriente, queremos usar la libreta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario